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Publicado el 29 mayo, 2023

Debut en las Grandes Ligas Mineras

El 24 de diciembre de 2020, el equipo de Mina Justa recibió el mejor regalo de Navidad: el permiso de operación portuaria que hace posible la llegada de ácido sulfúrico -imprescindible para la producción de cátodos de cobre- al puerto que se construyó especialmente para ese fin.

Luego de un año marcado por las dificultades que impuso la pandemia del Covid-19, que obligó a retrasar en cinco meses los trabajos, pero sin alterar mayormente el presupuesto, la puesta en marcha de Mina Justa marca el ingreso de Empresas Copec, de la mano de su filial Alxar, a la mediana-gran minería del cobre. Un sueño que se anhelaba desde hace bastante tiempo, y que demandó una exhaustiva búsqueda de iniciativas que coincidieran con la visión y estrategia de la Compañía.

El desembarco comenzó a planificarse en 2014, cuando se estableció el objetivo de incursionar seriamente en esta industria. “¿Qué significa eso? Hacer inversiones de un tamaño más relevante, que pudiera mover la aguja de los resultados del Grupo”, explica Erwin Kaufmann, gerente general de Alxar, quien añade que la prioridad fue el cobre, el que, dada la demanda que existe hoy y la que se proyecta, tiene un muy buen futuro. “Además, porque en Chile y Sudamérica tenemos ventajas competitivas para la producción, y porque la extracción de este metal comparte ciertos principios básicos respecto de lo que también hemos hecho en celulosa, por ejemplo. Son activos que requieren una alta inversión, orientación al costo, minucioso cuidado de los recursos y el entorno y estar sujetos al precio de un commodity, entre otros”, agrega el ejecutivo.

Durante varios años, Alxar se dedicó a explorar oportunidades que cumplieran con parámetros como tamaño, competitividad y estructura de costos, así como con elevados estándares en materia de sostenibilidad. Pese a que el enfoque inicial fue buscar operaciones o yacimientos en Chile, se encontraron con Mina Justa en Perú, controlada, a través de Minsur, por el Grupo Breca, conglomerado con más de 130 años de trayectoria y con presencia tanto en su país de origen como en el resto de Latinoamérica. “Apareció la oportunidad de asociarnos con ellos en un proyecto de características muy en línea con lo que estábamos buscando: una magnitud relevante sin ser extremadamente grande y una locación muy favorable”, explica Kaufmann. Asimismo, funcionaría con agua de mar, por lo tanto, era amigable con el entorno. Adicionalmente, estaba planificado que comenzara su producción en un momento donde había cierta unanimidad entre los expertos, de que habría una escasez relativa del metal rojo. “Uno de los temas que nos parecieron más relevante fue que Grupo Breca era un excelente socio con el cual compartimos muchos principios con relación a inversiones de largo plazo, al cuidado del medioambiente, la seguridad de nuestros trabajadores, el relacionamiento comunitario y, además, con un equipo de un altísimo nivel profesional”, agrega. Fue así como empezó a tomar forma el anhelo de incursionar en el área cuprífera con una sociedad en la cual Empresas Copec, a través de Alxar Internacional, posee el 40% de las acciones, mientras que el restante 60% pertenece a Minsur, empresa del Grupo Breca.

Un yacimiento singular

Mina Justa es un yacimiento bastante peculiar. Porque si bien lo usual en una operación minera es que esta se emplace a miles de metros de altura y a cientos de kilómetros de distancia del océano, en este caso está solo a 800 metros sobre el nivel del mar, a 38 kilómetros de distancia del puerto, a ocho de la Carretera Panamericana y a 14 kilómetros de una importante subestación del Sistema Interconectado Eléctrico del Perú, todo lo cual ha hecho que la logística sea mucho más expedita. En concreto, se ubica en el departamento de Ica, que limita al norte con Lima y al sur con Arequipa.
Enrique Rodríguez, gerente general de Marcobre, la empresa titular de Mina Justa, comenta que esta se compone de dos yacimientos a tajo abierto. El más grande y principal tiene óxidos y sulfuros de cobre, mientras que el más pequeño, que empezará a explotarse en cuatro años más, posee óxidos de cobre. Este año se deberían producir aproximadamente 100 mil toneladas de cobre fino y, desde ese punto, se llegaría a un peak de producción de alrededor de 150 mil toneladas anuales por cuatro a cinco años, “y de ahí desciende un poco, porque bajan las leyes y la capacidad de la mina”, indica. Si bien su vida útil es de 16 años, la idea es ir más allá de ese horizonte. “Nosotros esperamos llegar a extenderlos, como toda mina, porque esperamos ir encontrando más recursos o mejoras en la tecnología, y algo que considerabas que no te servía, ahora te sirve. Siempre está esa expectativa”, añade el ejecutivo.

Lo anterior, precisa, se debería traducir en ingresos anuales por venta de cobre superiores a los US$ 1.000 millones. “Para los próximos 10 años el 70% de la producción de concentrados ya está comprometida, a precio spot, para algunas de las entidades que concurrieron al financiamiento de la iniciativa, ya que de la inversión de US$ 1.600 millones para este proyecto, US$ 900 millones fueron aportados de forma externa. En relación con los cátodos, igualmente hay un porcentaje de la producción ya pactada con dichas agencias”, afirma Rodríguez.

En cuanto a la operación, Alxar está muy presente en su devenir. El gerente general de la filial de Empresas Copec señala que al momento de crear este joint venture, se manifestó el deseo de participar activamente en la construcción y después en la gestión. “A diferencia de otros proyectos donde existen socios pasivos, nosotros participamos activamente en el desarrollo de la empresa”, asegura Kaufmann. Su par en Marcobre, en tanto, agrega: “Ha sido un apoyo absoluto. Es cierto que el brazo minero de Empresas Copec es pequeño, pero tiene profesionales que han interactuado muy bien con nosotros y que manejan perfectamente los temas relevantes”.

En la actualidad, Mina Justa se encuentra en el proceso de puesta en marcha de las plantas, o ramp-up paulatino de producción, que permite probar la capacidad de procesamiento de aquellas hasta lograr el 100% de su capacidad nominal de producción, lo cual se conseguiría en diciembre de 2021. Hacia fines de junio, en tanto, se debería llegar a contar con producción comercial. “Es un período de muchas pruebas, con el objetivo de alcanzar a fin de año una operación estable. Además, en paralelo, continuamos con planes de exploración”, enfatiza el gerente general de Alxar.

Proyecciones auspiciosas

Como protagonista clave de la historia de Chile, el recurso cuprífero ha sido, es y será su producto de exportación más relevante, en opinión de Erwin Kaufmann. En ese sentido, el estreno de la Compañía en este ámbito tiene mucho que ver con su misión y visión. “A Empresas Copec le interesa estar en negocios industriales relacionados con los recursos naturales donde existan ventajas competitivas, y acá las tenemos. Y nosotros entramos a este negocio porque pensamos que lo podemos hacer bien y agregar valor como empresa chilena”.

Además, explica que las operaciones que resultan eficientes en el terreno cuprífero son de tamaño medio y grande, escala que acomoda a una Compañía que siempre ha sido un actor muy significativo en los sectores económicos en los que ha participado. Por otra parte, está el factor oferta-demanda. Mientras que el aumento de la primera se visualiza más bien restringido, tanto por la creciente dificultad para desarrollar iniciativas, como por la baja en las leyes, la demanda por cobre sigue escalando. Y no solo en China, que persiste requiriendo el metal, sino en el otro gigante asiático, India, que también tendrá una alta necesidad de este recurso en los próximos años. Adicionalmente, innovaciones como la electromovilidad mantendrían elevada la demanda, porque, como explica Kaufmann, “un auto eléctrico tiene un consumo de cobre cuatro veces mayor que uno convencional”.

Hacia el mediano y largo plazo, el gerente general de Alxar detalla que la estrategia de la filial apunta a mantenerse en el sector a través de dos modalidades: compra de operaciones ya funcionando, por un lado, y proyectos greenfield, por otro, principalmente en un estado cercano al inicio del proyecto. “Nosotros vamos a seguir muy activos estudiando oportunidades, que pueden darse en Chile o en Perú, en cobre o en oro. Nuestra prioridad es cobre en Chile y Perú. Si es Perú, nuestra visión es que tiene que ser con un socio local, y si puede ser Minsur, fantástico, porque nos ha dado muy buenos resultados. Si es en Chile, puede ser solos o con algún socio, pero nosotros como operadores”.

Con sello sustentable

Mina Justa está emplazada en un sector desértico que presenta una biodiversidad más bien baja. Sin embargo, cerca de su límite norte se encuentra la Reserva Natural San Fernando, en cuya costa habitan aves guaneras, pingüinos de Humboldt y lobos de mar, así como guanacos, que bajan de las sierras a alimentarse de unas plantas llamadas tilandsias, e incluso cóndores. “Es vida silvestre que está protegida, por lo que hacemos procesos constantes de monitoreo”, afirma Enrique Rodríguez, quien enfatiza que tanto para Marcobre como para Empresas Copec, el cuidado del medioambiente es central. “Cumplimos con todos los estándares del Banco Mundial, porque las entidades de financiamiento se rigen bajo este. Pero, por otro lado, al margen de que nos exijan o no, también está dentro de nuestras políticas de gestión sostenible como empresa minera”.

Lo anterior se refleja, de igual forma, en el manejo del recurso hídrico. Como no existen acuíferos, tras llevar a cabo estudios metalúrgicos se decidió utilizar agua de mar y maximizar su uso tal cual, es decir, sin desalinizar, salvo para lo que comprende consumo humano y procesos puntuales, como el electrowinning. Para el control de polvos en todas las vías de la mina, en tanto, se usan las salmueras producidas en el proceso de desalinización. Enrique Rodríguez destaca, asimismo, que al no existir escorrentía de agua superficial en Mina Justa, no se generan sedimentos de ningún tipo, los que, cuando no se controlan adecuadamente, pueden causar impactos tanto para la flora y fauna como para las personas

Si bien el yacimiento se emplaza en un área que no cuenta con grandes y densos asentamientos humanos, hay dos poblaciones cercanas con las que se ha mantenido un fructífero vínculo. Junto con realizar programas de apoyo a la educación, turismo y salud, entre otros, se ha propiciado una fluida relación de cooperación en lo que respecta al core business. En Nazca, la capital provincial, está situada la Facultad de Ingeniería de Minas y Metalurgia de la Universidad Nacional San Luis Gonzaga, de Ica, con la cual se está propiciando un intercambio de conocimiento que se evidencia mediante, por ejemplo, charlas a estudiantes, quienes además tienen la posibilidad de efectuar prácticas profesionales en Mina Justa. Al suroeste, en tanto, está San Juan de Marcona, distrito que a partir de los años 50 comenzó a crecer gracias a la explotación del hierro en sus cercanías, pasando así de ser un campamento a una ciudad propiamente tal. “Como es una población acostumbrada a la minería, nos ha abastecido de mano de obra durante la construcción y ahora también con la operación”, explica el máximo ejecutivo de Marcobre. En el primer caso, en el momento peak hubo 5.500 trabajadores, 1.300 de los cuales provenían de dicha localidad. La fase actual, en tanto, demanda 1.100 funcionarios, de los cuales más de 250 provendrán de Marcona. “La comunidad agradece que nosotros generemos empleo en la zona y, por nuestra parte,
ha sido una ventaja esta oportunidad de encontrar mano de obra y con un buen nivel de calificación y experiencia”, precisa Rodríguez.

Talento a ambos lados de la frontera

Mina Justa es la primera apuesta de gran tamaño en este sector para Empresas Copec, así como su estreno a nivel industrial en el país vecino. Erwin Kaufmann, quien desarrolló gran parte de su carrera en ARAUCO, señala que una iniciativa como esta tiene muchas semejanzas con, por ejemplo, la construcción de plantas de celulosa desde el punto de vista del tamaño de la inversión, envergadura, subextensiones y complejidad. “Hay varias similitudes en cuanto a la seguridad y financiamiento. El cobre es un commodity, y nosotros tenemos mucha experiencia en este tipo de industria, por lo tanto, hemos podido aportar con esos conocimientos generales que también se aplican acá”.

Esa contribución está mediada por un desempeño de alto estándar a ambos lados de la frontera. Enrique Rodríguez comenta que hay entre los colaboradores una clara vocación
por el trabajo bien hecho. “Ha sido un esfuerzo de todo el equipo el hacer las cosas bien, porque es lo correcto”. Por su parte, Erwin Kaufmann destaca que en Alxar confluyen
trabajadores con mucha experiencia tanto en el rubro como en otras áreas. “Es un grupo humano sumamente afiatado, comprometido, que se complementa mucho. Como somos
pequeños, hacemos de todo un poco, trabajamos muy bien como equipo. Sabemos la importancia que tiene para la Compañía esta primera experiencia en la gran minería del cobre y, por lo tanto, queremos que todo salga impecable, así que estamos comprometidos para que sea una experiencia exitosa, porque en función de que sea así vamos a poder crecer a futuro”.